ARTROSCOPIA | VOL. 19, Nº 2  | 2012

Editorial:  Albert Einstein, su cerebro y la ciencia

Albert Einstein, probablemente el científico más conocido del siglo XX, vivió sus tiempos de estudiante pensando que no servía para nada, que era un perdedor. En 1905 desarrolla su famosa Teoría de la Relatividad, que tenía que ver con la relación del espacio y el tiempo, pero a ninguna revista científica le intereso y tuvieron que pasar cerca de 14 años antes que su idea, nada convencional por cierto, pudiera demostrarse.

El 18 de Abril de1955 fallece en Princeton (USA) donde vivió su exilio, y por voluntad propia o voluntad de terceros, su cerebro fue extraído y preservado por el patólogo Thomas S. Harvey para su estudio.

Su vida, sus extravagancias y la extraordinaria personalidad de Albert Einstein siempre fueron motivo de admiración y también de críticas dentro de la comunidad científica del mundo. Y como todo genio, su muerte, siguió creando controversias y al mismo tiempo enseñanzas que hoy podemos aprovechar para mejorar y elevar la calidad de nuestros trabajos científicos.

El artículo científico sobre el cerebro de Einstein que había sido prometido para 1955, se publico 30 años después y dos artículos más se publicaron en 1996 y 1999. Si nos proponemos publicar acerca del cerebro de Albert Einstein, la Hipótesis podría ser “El cerebro de la mente más brillante del siglo, es diferente a los demás”.

Si hoy tuviéramos en nuestras manos ese cerebro y utilizáramos la Medicina basada en la Evidencia, podríamos preguntarnos: es válido plantearse una hipótesis semejante o nos mueve un deseo irresistible de que realmente el cerebro de Eintein sea diferente.

El Método empleado debe ser reproducible, con que cerebro lo comparamos, necesitamos un grupo control, que número de cerebros deberíamos comparar, como elegimos esos cerebros, tiene alguna significancia descubrir diferencias en el cerebro de un físico sobresaliente, es ético iniciar ese camino de investigación.

Los autores intentan explicar el genio de Einstein a partir del aumento de células gliales y utilizan un grupo control de once supuestos cerebros sin patología.

Albert Einstein murió a la edad de 76 años y el grupo control, por demás chico, tenía un promedio de edad de 64 años; por otra parte se sabe que el aumento de células gliales (gliosis), así como también el afinamiento de la corteza cerebral es un rasgo característico del envejecimiento celular.

Seis años después aparece un nuevo articulo en la revista Neuriscience Letters en donde describían un aumento de la cantidad de células neuronales en un área del lóbulo frontal, nuevamente el grupo control con el que se comparaba eran cinco cerebros de un promedio de edad de 68 años.

En Lancet de 1999, se publica el estudio macroscópico comparativo más completo acerca del cerebro de Einstein, fueron dos grupos controles, uno pequeño, de cerebros conocidos, cuyo promedio de edad era 68 años y otro grupo grande (91 cerebros) de cerebros de origen desconocidos.

Los autores concluyeron que el cerebro del físico era único, macroscópicamente, en sus lóbulos parietales.

En The Journal of Mental Science, entre 1870 y 1890, publican la fotografía del cerebro de Einstein comparada con la misma fotografía del cerebro de “Alguien descripto como un idiota” y no había ninguna diferencia significativa entre ambos.

En la Discusión podemos plantear: “Que lo hizo a Albert Einstein un ser tan excepcional”, su estructura neuronal, el tener el cerebro más ancho, la presencia de una cisura de más, o su educación, la influencia de sus padres, los acontecimientos que lo rodearon o simplemente la opinión de sus mismos pares científicos.

Que tiene realmente validez en la ciencia, estudio de casos únicos o serie de casos comparables.

Posiblemente habría que utilizar unos cuantos Einstein, para poder llegar a conclusiones valederas acerca de un Einstein, si utilizáramos la Medicina basada en la Evidencia.

Cuanta carga personal hay en los investigadores y también en los lectores, que desearon profundamente durante décadas, que el cerebro de Albert Einstein fuera diferente.

Hacemos y publicamos trabajos científicos para alimentar nuestro ego o para el bien de nuestros pacientes; nos mantenemos dentro de la ética, somos honestos con la investigación y los resultados de la misma, dejamos de lado nuestras propias necesidades, realmente deseamos compartir con nuestros colegas los resultados buenos o malos de nuestra investigación.

 

Noviembre de 1950.

“No estoy comprometido, gracias a Dios, y no necesito participar en la competencia de los grandes cerebros. Participar en esto siempre me ha parecido un tipo horrible de esclavitud, no menos malo que la pasión por el dinero o elpoder. ”

 

                                                                                                    firma_einstein

 

“El más importante esfuerzo humano está en alcanzar moralidad en nuestras acciones. Nuestro balance interno e incluso nuestra misma existencia dependen de esto. Solo moralidad en nuestras acciones puede dar belleza y dignidad a la vida.”

 

firma_einstein

 

Parte de la Carta de Einstein a Paul Ehrenfest cuando se buscaba un sucesor para la posición que dejaba vacante Max Planck en la Universidad de Berlín, Mayo de 1927.

Los grandes espíritus siempre han encontrado violenta oposición de parte de espíritus mediocres, estos últimos no pueden entender cuando un hombre no sucumbe impensadamente a perjuicios hereditarios sino que honestamente y con coraje usa su inteligencia.

Una población científicamente alfabetizada es una población crítica, cuestionadora, en gran medida inmune a los facilismos demagógicos, que aprecia y apoya a sus investigadores, que entiende que el futuro de toda sociedad pasa por la generación de conocimiento, que supera las limitaciones de las visiones de corto plazo, que enfrenta el universo con el orgullo de saber que podemos entenderlo y disfrutar sus misterios reales... y además despierta vocaciones entre los jóvenes para hacer ciencia y vocaciones entre políticos y empresarios para invertir en ciencia conociendo sus potenciales beneficios de todo tipo.

Muchas Gracias Prof. Albert Einstein por seguir desenmascarando, luego de su muerte, la vanidad, el egoísmo y las miserias de supuestos científicos que nunca entendieron que su alma, junto con su cerebro, sus ojos y su lengua fueron únicos e irrepetibles a pesar de la ciencia.

 

Dr. Fernando Barclay

Coordinador Editorial