ARTROSCOPIA | VOL. 19, Nº 3  | 2012

Editorial

 

Londres Paralímpicos, una cita con la “Superación”

Sentado una noche frente a la televisión con mi hijo menor y confirmando una vez más que lo que nos ofrecía esa caja enchufada a la pared (ahora son como galletitas) era un incomodo y profundo vacío, decidimos juntos apretar la tecla del control remoto, dándole una oportunidad más o buscando algún paraíso proyectado.

Por un momento mi mente y mi alma desilusionadas ante tanta pobreza creativa se dejaron llevar hacia la cara de mi pequeño hijo, que con su diminuto dedo índice seguía apretando el botón de esa otra pequeña cajita, cómplice necesaria de esta supuesta máquina para divertir.

Súbitamente noté como su dedo dejaba de apretar el botón y su cara normalmente iluminada, se transformaba en algo parecido a dolor, asombro y desesperación al mismo tiempo. Dirigí mi mirada hacia la TV y en la pantalla aparecía el célebre corredor de fórmula uno italiano Alex Zanardi que en el 2001 un accidente brutal lo dejó sin sus dos piernas.

Mi primera impresión, a pesar de que en mis tiempos de residente en el hospital me tocó muchas veces hacer cirugías de amputación, fue de asombro y preocupación por mi hijo. El atleta, sentado en el piso de la pista olímpica en Londres, apoyado apenas en sus dos glúteos, levantaba exultante el triciclo con el cual minutos antes había ganado la medalla de oro en su carrera, disputada en los juegos paralímpicos.

Inmediatamente me invadió simultáneamente un sentimiento de admiración y de vergüenza, inexplicable por cierto, seguramente mucho menos genuino que el que había experimentado mi hijo segundos antes, ante semejante realidad.

Recapacité acerca de la capacidad de superación del ser humano, también acerca de la lucha leal ante la adversidad, de la condición única que tenemos muchos seres vivientes de creer, que a pesar de todo la vida no es tan mala.

A veces los cambios más significativos de la conciencia y de la trayectoria vital comienzan en forma inesperada y si esta forma se presenta como una catástrofe, puede pasar que la existencia comience a carecer de sentido.

“Convertirse” significa embarcarse en un proceso que contrasta frontalmente con el egoísmo de un mundo interesado solamente en la búsqueda de bienes materiales, poder y placer.

El “ex corredor” transformado por un brutal accidente en el “nuevo corredor” mostraba al mundo con sus manos, el triciclo bien alto, como signo de “superación” y de perseverancia; su cara irradiaba satisfacción y alegría, sin importarle que en la foto, algunas partes de su cuerpo faltarían.

Simón me pidió que no cambiara de canal y juntos pudimos ver jugadores de futbol que no veían cuando la pelota entraba en el arco, pero que festejaban los goles como cuando éramos chicos en el potrero, nadadores sin brazos, capaces de atravesar el agua solamente con sus ganas; atletas que apenas podían mantenerse en pie, con sus cuerpos diferentes desde siempre o transformados por designios del destino; pero sentimos que sus almas y sus espíritus permanecían absolutamente

intactos.

Los vimos festejar, divertirse, reír, los notamos orgullosos de ellos mismos y de los países que representaban sin una pizca de soberbia, ni de egoísmo, ni de compasión.

Lo disfruté tanto que me hizo pensar en algo que había leído algunos años atrás llamado “EL GIRO EN U”, una nueva teoría que dice que contrariamente a lo que suponemos, cuando la gente inicia su vida adulta en general es bastante más

alegre, esta conclusión emerge de una nueva rama de la economía que busca una medida más satisfactoria del bienestar que el dinero.

Compartimos durante un par de horas imágenes de tremenda dureza, pero al mismo tiempo comprendimos lo que significa “superarse” y decidimos juntos no taparnos más los ojos para no ver la realidad, no usar nuestros brazos para pelear o para robar y convertirnos en atletas paralímpicos por el resto de nuestras vidas y así honrar a todos estos seres excepcionales que decidieron “convertir” sus vidas en vez de lamentarla.

Esa caja enchufada a la pared que proyecta imágenes ya no me pareció tan mala, descubrí que lo malo no está en la TV si no en la manera en que la miramos y si la pregunta es, que tiene que ver esta historia con una revista científica…..Posiblemente nada a simple vista, pero cambien el ángulo de sus miradas y seguramente encuentren la manera, sin hablar hoy de Niveles de Evidencia o de Trabajos Prospectivos

Randomizados, para que sus vidas se eleven como el carro de ese magnífico corredor que seguirá siendo el Sr. Alex Zanardi. ilustracion_editorialcopy

 

Dr. Fernando Barclay

Coordinador Editorial