“Los latinoamericanos nos atrevemos a más.
Somos menos académicos y tenemos menos trabas.
Somos inventores y hasta jodones. Todo eso se nota.”
Gabriel García Márquez, 1982

LATINOAMÉRICA

En 1982, Gabriel García Márquez pronunció un discurso sobre la Soledad de América Latina cuando recibió el premio Nobel de Literatura en Estocolmo. Esta alusión tenía un juego de palabras que combinaban su preocupación por la imposibilidad de que la región pudiera salir adelante con los esquemas políticos importados de la época y su obra emblemática  Cien años de soledad. Desde ese momento a la fecha, sus palabras siguen estando vigentes y seguimos siendo un subcontinente separado por etnias, culturas, sistemas políticos, económicos e idiomas. Sin embargo, en noviembre de 2019 aparece en Wuhan, China, el primer caso reportado de Sars-CoV-2 que desembocó en una pandemia que ha cambiado todo el orden mundial y ha hecho que este mundo sea una verdadera aldea. Por cuenta de este bicho invisible, hoy en día en Latinoamérica han muerto más de ochocientas cuarenta mil personas y hay más de veintiséis millones de contagiados, y Brasil es uno de los países con mayores índices de mortalidad/día.
Si bien es cierto que podríamos hablar de todo lo malo que hay detrás de esta emergencia sanitaria mundial, quisiera ver el vaso medio lleno y resaltar las cosas positivas que hemos aprendido de estos tiempos aciagos. En este sentido, el nuevo orden dicta que las comunicaciones no tienen límites y que podemos vernos desde cualquier parte del mundo a través de las plataformas digitales. Las videoconferencias dejaron atrás la presencialidad como la manera tradicional de hablarnos y una pantalla de computador se convirtió en el único hilo interlocutor, en un mundo amenazado por las restricciones en todos los ámbitos de la vida. Es claro que este cambio ha sido muy rápido y vertiginoso, sin tiempo para adaptarnos y aplicar estas nuevas estrategias educativas a todos los niveles. Nos están bombardeando información a diario y esto tendrá consecuencias en la saturación de la atención y de la capacidad de procesar cada evento on-line al que somos invitados. Será un reto encontrar el equilibrio cuando regresemos a la vida “normal” completa, si es que acaso volvemos a ella, cuando el tiempo nos irá dictando las pautas para estar atentos en la búsqueda del balance entre las nuevas tecnologías de crecimiento rápido y la verdadera ciencia, que necesita tiempo y sabiduría.
El mundo académico en vez de reducirse acorde con lo esperado, aumentó de manera exponencial y nunca hemos estado tan expuestos a información de primera línea proveniente desde cualquier lugar sin restricciones y con gratuidad. La generosidad de los líderes en nuestra área de trabajo no tuvo límites, e independientemente de los husos horarios, ofrecieron información de manera simultánea desde los sitios más remotos. 
Nuestras Sociedades Científicas se fortalecieron y en vez de caer en la depresión producto de esta pandemia, aumentaron el número de colegas que aportan talento nuevo, refrescan conceptos y compiten exigiendo excelencia en todos. SLARD es una muestra clara de este fenómeno: pasó de ser una sociedad de menos de mil colegas a tener más de cuatro mil quinientos en tiempos de pandemia. Quizás el paso más importante que dimos fue involucrar a Brasil, quienes tradicionalmente y por un aspecto cultural e idiomático, estuvieron al margen de Latinoamérica durante mucho tiempo. Además, también hubo inclusión de los pequeños países que tienen mucho que decir y contribuir, convirtiendo a SLARD en la Sociedad que representa los intereses académicos de la mitad del continente americano. Este movimiento, el de aquellos que hablamos la lengua española y portuguesa, tiene origen en el sueño de su presidente y de una Junta Directiva incluyente y proactiva.  
Increíblemente, entre más confinados estuvimos y menos nos pudimos ver de manera presencial, los lazos de amistad viejos y nuevos se estrecharon y hubo oportunidad para que, entre Sociedades de cada país, se firmaran convenios que favorecen a todos. Al igual que las guerras, nunca deseadas, esta pandemia nos empujó de manera abrupta a hacer cambios que en otras circunstancias nos hubieran tomado mucho tiempo.
Esta edición especial de la Revista Artroscopía es un ejemplo de las transformaciones que estamos haciendo como comunidad unida, produciendo información valiosa originada en nuestras necesidades y recursos, mucha de ella con un sello internacional extrapolable a cualquier ámbito. Ante el llamado para que envíen sus trabajos académicos, hubo una respuesta inusual recibiendo muchos artículos originales, que por espacio no están en este número especial. Brasil, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina, Bolivia y Uruguay están representados en esta edición de la que tengo el privilegio de ser el editor invitado. Esto será otro aporte importante en la búsqueda de darle al talento nuestro el lugar y la identidad que merece.
Es por esto que estos nuevos vientos de terror e incertidumbre, al menos, han dejado algo positivo en la forma de vernos como una sola comunidad, jalando hacia el mismo lado y produciendo académicamente información importante, cambiando el término Soledad, de Gabo, por el de Unión de Latinoamérica.

Paulo Llinás H
Editor Invitado
Director científico y de publicaciones de SLARD