EDITORIAL


Purgatorio

Según el culto católico, el purgatorio es el lugar donde las almas de los muertos expían sus pecados para intentar acceder al cielo o la gloria eterna. Dicen que algunas almas nunca terminan de limpiarse de todos aquellos pecados cometidos en la vida y habitan para siempre esa dimensión intermedia.
Tratar de imaginar la sensación de un alma cualquiera intentando redimirse, trabajando y esforzándose para cambiar y mejorar lo hecho y no poder lograrlo me resulta sensiblemente triste y definitivamente frustrante.
Pero la figura bíblica del purgatorio también tiene su expresión real en la Tierra, entre los vivos. Infinidad de veces nos estacionamos en plena carrera, nos detenemos y navegamos a la deriva sin convicción, nos convencemos, y convencen, de que los pecados cometidos no tienen perdón posible.
El tren está en movimiento, podemos conformarnos con deambular para siempre en el vagón del medio, convencidos de que esta zona intermedia de supuesto confort no está tan mal. O nos arriesgamos y trabajamos para purificarnos y así iniciar, de una vez, el verdadero camino superador para al fin poder disfrutar de un lugar de privilegio en ese anhelado y soñado vagón de primera clase.
El II Encuentro Latinoamericano organizado por SLARD, desarrollado recientemente en Cancún, México, permitió que especialistas de todo el continente, más amigos presentes de España y Portugal, pudiéramos compartir nuestra experiencia clínica-quirúrgica, así también acercarnos a la innovación propuesta por la industria en todos los ámbitos de nuestra especialidad.
Fue un encuentro intenso, distendido, amigable y de altísima calidad científica. Nos permitió además entender, a partir de la discusión y el diálogo sincero, dónde estamos y dónde queremos estar con la Revista Artroscopía. Creo que nos fuimos de ese paraíso de playas blancas, mar azul, tequila y salsas con mucho picor, convencidos de que la puerta de salida del purgatorio está abierta de par en par para liberarnos. Confesemos nuestros pecados de soberbia, egoísmo y protagonismo individual desmedidos y sellemos el compromiso de habitar el nuevo paraíso unidos para un fin común ampliamente superador de lo logrado hasta la actualidad.
El camino recorrido por la revista y sus autores fue de mucho aprendizaje, siempre con el convencimiento de que la ciencia escrita en español debía ser nuestra fortaleza. Para el 2050 se calcula que habrá mas de quinientos treinta millones de hispanoparlantes, de los cuales cien millones estarán viviendo en Estados Unidos. En ese país la comunidad hispana se convirtió en el primer grupo minoritario, y entre los estudiantes secundarios el español es el primer idioma de elección.
El desafío es seguir aprendiendo, poder ordenarnos, salvar nuestras diferencias y entender que hoy tenemos una oportunidad única e irrepetible de salir de la frustración del no poder. La revista Artroscopía, fundada en 1994, por la Asociación Argentina de Artroscopía, fue un sueño hecho realidad de un grupo de pioneros cirujanos artroscopistas que no dudaron nunca en entender que, como escribió el Dr. Luis Muscolo, miembro fundador de la Asociación, en su primera editorial: “El verdadero desarrollo de una comunidad médica está determinado por el nivel científico de sus publicaciones.”
Se los traduzco: “Valemos como sociedad médica por lo que publicamos.”
Nuestra misión como afortunados receptores de semejante legado debe ser preservarlo primero y mejorarlo obligatoriamente después. La ciencia en el mundo se va acercando casi íntimamente a través de los avances de la comunicación y la tecnología, exigiendo profesionalización y, principalmente, inversión.
¿Por qué no ir por más? Porque perpetuarse en el purgatorio nos libera de correr riesgos, sólo nos exige concurrir al confesionario de vez en cuando, porque no necesitamos invertir ni mucho tiempo ni mucho dinero y, sobre todo, porque en esta antesala del paraíso casi siempre ganamos por goleada todos los partidos.
Jugar en las ligas mayores significa, en cambio: visibilizarnos, estar siempre atentos a innovar, invertir más tiempo y dinero, profesionalizarnos y aceptar que vamos a ser evaluados permanentemente y sin piedad por nuestros pares.
Queridos lectores, si la comparación vale, las estrellas Michelin son reconocimientos otorgados por la guía del mismo nombre a la buena mesa. Calidad, creatividad y cuidado es lo que Michelin tiene en cuenta para premiar con estrellas los buenos restaurantes. Una estrella significa muy bueno en su categoría con fama local; dos estrellas designan altísima calidad con fama mundial y comensales internacionales; tres estrellas significan calidad excepcional.  
Mi opinión es que la Revista Artroscopía, con el sesgo de ser en la actualidad su editor en jefe, es merecedora de una de esas estrellas, por ser muy buena en su categoría y de buena fama local.
Calidad de fama mundial y lectores internacionales se logran mejorando la diversidad y el nivel de evidencia de los artículos publicados y, para esto, Artroscopía debe ser la primera opción a la hora de elegir dónde publicar. Calidad es el resultado de educar, crear conciencia de la importancia de compartir con nuestros colegas las experiencias clínico-quirúrgicas y facilitar herramientas para hacerlo de la manera más profesional posible.
Finalmente, sepan que no hay dos o tres estrellas sin un verdadero compromiso de los autores quienes, en definitiva, son los principales responsables de que una revista científica primero exista, luego perdure y, si hay deseo sincero, se convierta en la expresión unánime de una cultura latinoamericana y, por qué no, hispanoamericana.

Dr. Fernando Barclay
Editor en jefe