ARTROSCOPIA | VOL. 22, Nº 2 | 2015

EDITORIAL

SEMBLANZA DR. ALEANDRO RANALETTA
Socio Fundador y Ex-Presidente de la Asociación Argentina de Artroscopía

Sesión Homenaje al Dr. Aleandro Ranaletta, 1 de junio de 2015, en la AAOT


Dr. Aleandro Ranaletta

Se supone que tengo que hacer una semblanza de él en muy breves minutos y, digamos, creo que es imposible hacer una semblanza de una persona con las características de Aleandro en pocos minutos. Bastaría con decir que Aleandro está presente, pienso que lo vamos a sentir presente siempre.
Pero, voy a referirme brevemente a algunos aspectos que me han llamado la atención durante muchos años que he podido conocer a Aleandro. Lo voy a hacer como un miembro de la Asociación Argentina de Artroscopía. Pero por supuesto se van a deslizar algunos aspectos, algunos comentarios personales, porque es imposible no hacerlo.
Conocí a Aleandro en los fines del 70. Acá hay un auditorio extremadamente joven así que les parecerá la prehistoria, pero existieron los años 70. En ese momento lo conocí porque fuimos a hacer una presentación en unas sesiones de ortopedia general en La Plata. Fuimos con Mario Berenstein, no sé si había alguien más, pero creíamos que éramos los únicos que habíamos empezado a hacer artroscopia acá en Argentina. Súbitamente nos encontramos con un hombre que era de La Plata y que hizo una brillante presentación, similares a las cosas que nosotros estábamos haciendo acá en Buenos Aires, y que era Alejandro. Me llamó la atención, pese a ser muy joven, porque nosotros estábamos todos en los 30, la prestancia que tenía, y la consideración que tenía entre sus pares, siendo en ese momento tan joven.
Muchos de ustedes pensarán que la introducción de la artroscopia en ortopedia fue una cosa explosiva pero no fue así, sino que fue introduciéndose de a poco. Y Aleandro contribuyó mucho en ese sentido, porque tenía una gran ascendencia en el área donde él trabajaba, en La Plata, y además en toda el área deportiva. Durante muchos años, se consideraba a la artroscopia como un procedimiento menor, una especie de entretenimiento ortopédico. Muchos de los ortopedistas que hacían medicina deportiva eran gente que estaba en los 50/60 años, no se iban a adaptar a esta técnica y entonces se miraba a la artroscopia con cierto recelo. Todos los cirujanos, todos sabemos, que es difícil cambiar los hábitos. Además era una situación en que aquel que no se estaba entrenando con esta técnica, participar de la misma por una cuestión de edad le resultaría muy difícil. Por lo tanto, fue muy laborioso, fueron varios años hasta que se creó la Asociación Argentina de Artroscopia y yo diría que Aleandro fue una piedra fundamental en la formación de la Asociación. Por su fuerza y el arrastre de su personalidad. Fue por lo tanto fundador, pero no solamente eso sino que fue el primer Secretario y fue el tercer Presidente de la Asociación, y durante su presidencia impuso la impronta de su personalidad.
Debo decir que no estudié con él, somos aproximadamente de la misma edad, similar generación. No trabajé nunca con él. En lo social, lo frecuenté mucho en todo lo relacionado con la artroscopia y la ortopedia, pero no mucho fuera de ese ámbito. Sin embargo, siempre me he sentido muy cercano a Aleandro. Creo que mucho ha influido lo que le ha pasado con mucha gente que colaboró con él o cercano a él, debido a la gran personalidad que tenía Aleandro, ese era el carácter más destacado, que se manifestaba básicamente en ideas originales. Aleandro era un hombre original. Y tenía otra característica que lo hacía extremadamente atractivo y era la de ser un gran conversador. Ustedes dirán, es un detalle menor, pero no lo es, porque tenía las virtudes necesarias de un conversador, es decir: que se expresaba con propiedad y sabía escuchar, sobre todo si era alguien que él consideraba. Dos elementos a los que no estamos demasiado acostumbrados y que Aleandro los tenía. Por lo tanto, era un excelente conversador de cualquier tópico que uno tratase.
Su personalidad era, como todos los que lo hemos conocido sabemos, itálica cultivada, diría yo. Era un hombre fogoso, expresivo, creativo, imaginativo, original, por sobre todo. Pero además de todo sobresalían otros dos aspectos, que era emotivo y afectuoso. Por encima de una aparente cierta distancia que tenía, era en el fondo extremadamente afectuoso. Esas eran características de su personalidad, que lo hacían tan atractivo, sobre todo con la gente joven que lo rodeaba. Por ese motivo siempre he buscado acercarme a él, no solo por su condición de conversador. Si uno estaba en una presentación médica o similar, donde imperaba la trivialidad, la rutina, la opacidad, siempre él emitía un juicio distinto, un juicio original. Siempre era interesante escucharlo.
Fue, yo diría como aspecto sobresaliente de sus contribuciones, un cultor de los principios anatómicos. Habrá otros que han contribuido, pero esa influencia de Aleandro en la AAA ha sido fundamental. Aleandro era un cultor de todo lo que era anatómico, de los principios anatómicos. Es decir, todas sus presentaciones y todas sus reflexiones sobre aspectos clínicos o de técnicas quirúrgicas siempre se remitían a la anatomía. Todos lo hemos escuchado en sus presentaciones. Porque en nuestra especialidad, que es eminentemente manual, es muy fácil tentarse y hacer cosas porque son sencillas o porque uno las aprende manualmente. Pero él no tenía esa actitud, la actitud que transmitía era que toda maniobra clínica, todo diagnóstico clínico y toda técnica quirúrgica tenía que tener una fundamentación en la anatomía. De ahí, que era un gran anatomista, y la aplicaba en su práctica.
Sus presentaciones van a ser siempre recordadas. Eran pausadas, pensando, midiendo las palabras. Reflejaban siempre un pensamiento previo. No había improvisaciones, sus palabras tenían siempre un sentido, reflejaban su pensamiento previo. Y lo expresaba sobre todo con extrema claridad. Son todas virtudes extremadamente infrecuentes.
Durante muchos años, mientras se desarrollaba la Asociación Argentina de Artroscopia e iba creciendo, era casi una visita obligada ir a verlo al centro donde trabajaba. Infinidad de artroscopistas jóvenes pasaron por su centro. Jóvenes artroscopistas, algunos no tan jóvenes, ortopedistas que se iniciaban o artroscopistas que querían perfeccionarse. Era casi imperativo visitarlo a Aleandro en el sitio que trabajaba. Me han preguntado por qué, por qué eso. Porque Aleandro transmitía pasión en lo que hacía. La pasión que se transmite con la convicción de lo que se hace. Pero transmitía pasión, y la pasión es lo que motiva generalmente la iniciativa de la gente joven. Tenía un proceder, como decía antes, razonado. Escucharlo a él, era razonar. Es decir, era la conjunción de la pasión, que es emoción, y de la razón, es un proceder además razonado. Y ponía extremo énfasis en los detalles, en la precisión, cosa que muchas veces los cirujanos olvidamos. Para él, muchas veces el éxito de una operación no era tanto la técnica sino el detalle, lo aparentemente menor, lo que muchas veces se pasa por alto. Y además tenía una mente innovadora y como toda persona con esa característica de su personalidad, era un apasionado de la innovación. Pero una innovación fundamentada. Siempre él tenía un fundamento por lo que hacía. Uno podía estar de acuerdo o no con el fundamento, pero siempre tenía un fundamento detrás.
Pienso que la Asociación Argentina de Artroscopia va a sentir su ausencia. Los fundadores, hay algunos presentes aquí, la sentiremos porque hemos compartido con él muchísimos años. Y si me permiten, aunque no corresponda, ya que debería expresar el sentimiento de todos los asociados, alguna referencia personal. Lo que siempre me llamó la atención de Aleandro era su mirada, que la ven en la foto, y su sonrisa. Tan propia de Aleandro; entre burlona, escéptica, inquisidora, cuestionadora, pero también cómplice y aprobadora con quien él consideraba.
Voy en lo personal, a extrañar muchos momentos compartidos con Aleandro, que establecieron un lazo que no se puede expresar con las palabras.

Muchas gracias.

Dr. D. Luis Muscolo